Año 7 - Edición semanal - ISSN 2422-7226

La juventud de Caleta Olivia: Escenarios y desafíos

ISSN 2422-7226

Caleta Olivia. 28/07/14. En los últimos años ha crecido un fenómeno denominado como jóvenes “Ni-Ni”; ni estudian ni trabajan. La problemática alcanza una escala mundial, donde en Argentina comprende aproximadamente un millón de jóvenes entre 18 y 24 años en esta situación, según cifras oficiales del INDEC. En este primer artículo mostraremos en forma breve los resultados entre lo  creemos de ellos y lo que ellos piensan de sí mismos.

Los jóvenes vistos de arriba

Diversos especialistas relacionan la situación de la juventud con factores de  índole política, social y económica. En otras perspectivas se interponen concepciones negativas y generalizadoras del sentido común que posicionan a la juventud en un lugar de exclusión y marginalidad social, las cuales sostienen que “la juventud cada vez está peor”, que “los jóvenes de hoy no son como los de antes”, entre otras cosas.  En el caso de los jóvenes que no se encuentran en el sistema educativo ni en el mercado laboral transitando, paradójicamente, una etapa de la vida primordial en cuanto a la construcción de proyectos a futuro ¿Se encuentran en esta situación porque no saben qué hacer con su vida? ¿O dicha construcción se ve truncada por la efectiva disponibilidad de oportunidades en relación a su futuro inmediato?

Ser joven hoy comprende una difícil tarea. Por un lado, ellos son el futuro, por el otro, son traccionados por la criminalización, los hábitos de consumo o los suicidios, problemáticas ligadas a una cuestión generacional. En Caleta Olivia, por ejemplo, recientemente se dio a conocer un suicidio de un joven de 25 años; las hipótesis sobre las causas giran en torno a problemas sentimentales, que provenía de una fiesta con exceso de alcohol, etc. conduciéndonos reflexionar esto no como particularidades de la juventud, sino como una problemática contextualizada, donde somos los adultos, la familia, las políticas de Estado y todas las instituciones de la vida social que le deben garantizar educación y protección a nuestros jóvenes.

¿Qué estamos haciendo por ellos?

Resultado de un informe del año 2013 de una investigación de la Universidad de Caleta Olivia, pudimos conocer que los jóvenes caletenses que se encontraban en situación de aula en los dos últimos años de secundaria y que tenían entre 16 y 19 años,  representaban el 50.77%, de esta franja etaria, que están efectivamente asistiendo al nivel de enseñanza medio, el porcentual restante (49.23%), se encontraría en otra situación personal dentro del sistema educativo o fuera del mismo, lo cual no es un dato menor, si la encuesta estuvo bien hecha.

En este mismo informe se muestra desde las opiniones de los   propios jóvenes una ruptura con las conceptualizaciones del sentido común negativas que se generan en torno a estos. Ya que, contrariamente, muestran una percepción optimista sobre su situación educativa individual en el momento de realizado el relevamiento (Octubre del 2012). En efecto,  un 65.7% manifestó que poseía  un “buen rendimiento y aseguraba que finalizaría  la escuela secundaria”. Por otro lado, un 85.7% sostenía que se ”imaginaba continuando con sus estudios superiores, trabajando, o ambas simultáneamente”. Son jóvenes que han delineado un proyecto de vida como aquello que direcciona su propia existencia; sin embargo, aquellos que deseaban continuar con sus estudios superiores, por ejemplo, vivenciaban una discontinuidad entre su formación del nivel secundario, sus preferencias personales y la oferta académica local. Dando cuenta que la concreción de sus expectativas profesionales y laborales, comprende aspectos que van más allá de sus propias individualidades y particularidades juveniles.

En conclusión, lejos de posicionarnos de manera pesimista, debemos reflexionar que esta generación y la construcción de sus subjetividades, así como también las perspectivas sobre su futuro inmediato, interaccionan con escenarios de fragmentación espacial y cultural donde las instituciones de la vida social tales como la familia, la escuela y el mundo del trabajo, y la propia Universidad regional juegan un rol sustancial e inciden en mayor o en menor medida a la hora de concretar sus proyectos de vida. Ya no basta con los numerosos diagnósticos sobre la juventud que ponen el acento en lo que les falta, en lo que “deben ser” sino en aquello que debemos hacer como sociedad y como dirigentes políticos alejándonos de las “pre-acciones” y pasar a la acción con una perspectiva superadora que refleje algo más que la problemática juvenil.

Por María Natalia Magadan – Colaboración Especial para Observador Central

Estudiante avanzada del Profesorado en Ciencias de la Educación. Becaria de investigación del ITET (Instituto de Trabajo, Economía y Territorio). Universidad Nacional de la Patagonia Austral – Unidad Académica Caleta Olivia.

 

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