Año 7 - Edición semanal - ISSN 2422-7226

Nuestra huella de carbono

ISSN 2422-7226

Año 7 / Edición XLVI / Patagonia / 08-11-2021 / ISSN 2422-7226

Por TerraPrima para el Observador Central

Pocas veces nos detenemos a pensar de qué manera impactan nuestras acciones al medio ambiente de manera directa o de manera indirecta. En la actualidad según la ONG Global Footprint Network, se necesitan 1,7 planetas Tierra para satisfacer las demandas de humanidad en un año, a este fenómeno se le llama Sobregiro ecológico, es decir, los recursos que demanda la sociedad global en un año, sobrepasan la capacidad de generación de recursos que tiene la tierra.

Para el año 2010 la revista Omnia, en un estudio de Manejo de residuos sólidos en América Latina y el Caribe, reveló que en Argentina, solo en la ciudad de Buenos Aires, llevaba hasta la fecha por habitante, la generación de 1,81 Kg. de residuos, a lo que cabe destacar que la población continúa en una dinámica de crecimiento.

Es importante también, saber de qué estamos hablando cuando se mencionamos “La Huella de Carbono” (Carbon footprint) por sus siglas en inglés, ésta, se basa en el volumen total de gases de efecto invernadero (GEI) de los cuales cada individuo, evento, organización, servicio lugar o producto, emite equivalentes al  Dióxido de carbono (Co2), metano y carbono, mediante la quema de combustibles fósiles,  limpieza de tierras para la producción y consumo de alimentos, productos manufacturados, materiales, madera, carreteras, edificios, transporte y otros servicios. Para el año 2014 se estimó la emisión anual por persona en el mundo con la cantidad de 5 toneladas.

Manteniendo hábitos de consumo ya sean productos y/o alimentos, traen consigo una gran cadena de emisiones de las que pocas veces somos capaces de reconocer,  el hecho de que utilicemos una notebook, una laptop o un teléfono celular inteligente para leer, trabajar o por mero ocio, en sí traen minerales que son extraídos de la naturaleza, como es el conocido caso del Coltán. Esta roca compuesta por los minerales tantalita y columbita, son procesadas para el desarrollo de la industria tecnológica e informática; tan sólo dentro de un teléfono celular sus usos varían desde la batería (dada la capacidad de almacenaje que éste tiene), hasta el óxido de tántalo para la elaboración de lentes pequeños para las cámaras y la conducción que tiene el material para los microprocesadores; GPS, armamento, prótesis e implantes médicos, sistemas de alerta y monitoreo climático (Duque, 2012).

Lo curioso del caso, es el origen de este mineral, proveniente de distintos yacimientos: 10%  Australia y 10% repartido entre Brasil y Tailandia, pero en su mayoría 80% se encuentran en la República democrática del Congo (RDC), a pesar de la mala praxis en la que se extrae este mineral, cabe destacar que este país se encuentra en un profundo conflicto por el material, “Las minas de Coltán congoleñas se encuentran principalmente en el este del país, en las regiones del Kivu Norte y Sur y en la provincia Oriental. Se trata de zonas fronterizas con Uganda, Ruanda y Burundi, ocupadas por movimientos rebeldes y ejércitos nacionales de estos países, quienes utilizan la violencia como forma de control de los yacimientos(Iván González Nieto, 2017). 

Amnistía internacional y la ONU, han declarado ilícito el Coltán proveniente del Congo por motivos éticos y morales, pero luego de pasar la frontera hacia Ruanda o Uganda por medio de los grupos rebeldes o el mismo ejército, es fácil hacerlo legal, para posteriormente venderlo. Actualmente muchas compañías de productos electrónicos rechazan tener incidencia en el camino del Coltán. Además de las drásticas consecuencias medio ambientales y a la biodiversidad causadas por el conflicto, en un informe en 2017 se destaca el reclutamiento de niños, violencia sexual, violaciones de libertades fundamentales, privaciones arbitrarias del derecho a la vida, tortura, tratos inhumanos y abusos contra la población civil. En este sentido, la oferta del Coltán congoleño se hace más barata, dada su procedencia y el destino final que tienen estas ganancias es la financiación de grupos rebeldes.

 A todo esto, solo existen seis plantas en todo el mundo capaces de procesar el mineral para su separación, ubicadas en Estados Unidos, Alemania, China, Japón, Tailandia y Kazajistán (Marín, 2011). De esta manera se hace difuso seguir el rastro del Coltán, la única certeza que existe es que su proceso hace posible el desarrollo de la industria tecnológica e informática. El hecho de quien lo extrajo y en qué condiciones lo hicieron, quién lo transportó y para quién, a cambio de qué, sumado a todo el camino para que llegue al consumidor final, da que pensar en el privilegio de haber nacido en esta parte del mundo; es evidente que tenemos cierto impacto en cada acción como ciudadanos, bien es sabido que las grandes generadoras de (GEI) en el mundo son aproximadamente 100 empresas, el hecho de que recaiga la culpa sobre los usuarios, es imprudente, pero al mismo tiempo, son nuestros hábitos los que le dan vida a este sistema basado en la explotación del hombre y la naturaleza.

Fuente y material externo de consulta: “EL CONFLICTO DEL COLTÁN EN LA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO, Universidad de León, facultad de ciencias económicas y empresariales, Ivan gonzalez Nieto, 2017”- Portal Web ”Diario AS, ¿Qué es el coltán y por qué es un material tan codiciado?, Laura Martín Sanjuan, 2021.- Portal Web “comunidad #por el clima,https://porelclima.es/toolbox/223-calculo-y-reduzco-mi-huella-de-carbono”.-”Sáez, Alejandrina; Urdaneta G., Joheni A.,Manejo de residuos sólidos en América Latina y el Caribe,Omnia, vol. 20, núm. 3, septiembre-diciembre, 2014, pp. 121-135,Universidad del Zulia,Maracaibo, Venezuela”.

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