Año 7 - Edición semanal - ISSN 2422-7226

24 de Marzo de 1976: Derechos Humanos y política cultural

ISSN 2422-7226

En esta nota de opinión el autor reflexiona sobre los múltiples sentidos que en la Argentina y Santa Cruz asume la 39° conmemoración de la interrupción constitucional acontecida el 24 de marzo de 1976. Múltiples sentidos de prácticas de conmemoración que pueden ser leídas como intentos legítimos de institucionalización de políticas culturales que colocan en el centro de la escena los derechos humanos como valor universal imposible de ser apropiado por un solo actor. Con una agudeza crítica y testimonial la reflexión  revaloriza la política en los derechos humanos y alerta acerca de aquellos usos carentes de ética con este valor  compartido por la  sociedad argentina.        

(Año 1/ Edición Nro. 39/ 30 de Marzo de 2015/Santa Cruz)

El Filósofo y Antropólogo Argentino  Néstor García Canclini definió en los 90’  las  políticas culturales de la siguiente manera: “… conjunto de intervenciones realizadas por el Estado, las instituciones civiles y los grupos comunitarios organizados a fin de orientar el desarrollo simbólico, satisfacer las necesidades culturales de la población para  obtener consenso para un tipo de orden o transformación social” (Néstor García Canclini, 1987). Sin duda,  que el creciente reconocimiento  e institucionalización de las políticas de  derechos humanos constituye  un ejemplo significativo de Política Cultural, válido en el presente histórico para construir consensos políticos que admiten que el orden social no aceptara “Nunca Más” el genocidio como política de Estado.

El 24 de marzo se ha constituido saludablemente en un contenido cultural en disputa. La lucha por imposición de sus significados  profundos transmite una memoria histórica que denuncia el terrorismo de Estado, la persecución, la muerte injusta, la desaparición forzosa de personas y la inequidad social y cultural.

A 39 años de tal episodio de la historia argentina, celebramos hoy que exista una creciente tendencia a  convertir esa fecha en un rito cultural de la sociedad que abrace cualquier ser humano que busca revindicar  los derechos humanos y la continuidad institucional como símbolo de unificación nacional y del “Nunca Más”.

Pero un rito, no debería constreñirse a un fenómeno de imposición mediática ejecutado anualmente en distintos circuitos culturales para usos y resignificación de sentidos específicos, incluidos los estrictamente políticos. Es decir, revindicamos el uso político de los derechos humanos  como contenido cultural de quienes han sabido honrar la democracia como forma de vida.

Pero en honor a la verdad, hay prácticas de memoria, sentidos y usos éticos de los derechos humanos que no pueden adquirir el mismo estatus de legitimidad política en democracia. Nos referimos específicamente a aquellas prácticas conmemorativas de apropiación del evento del 24 de Marzo por parte de quienes pretenden utilizar la cultura de los derechos humanos para transformarlos en política  cultural, y que para hacerlo lo vacían de sus contenidos y potencia transformadora del orden social.

Sin duda que introducir los 24 de Marzo como evento ritual de conmemoración al “Nunca más”    constituye un fenómeno cercano y significativo a las actuales generaciones de ciudadanos que vivieron los 70’, los 80’ y el Neoliberalismo. Más aún,  el  hecho de que las Madres de Plaza de Mayo, abuelas e hijos de las distintas líneas  estén vivos y puedan verse, escucharse, tocarse, abrazarse es altamente potente como recurso cultural de la democracia.

Lamentablemente la  petrificación de ritos históricos en torno a Moreno, Belgrano, San Martín, etc. en pleno contexto de cultura visual, hacen que esos héroes tengan escasa posibilidad de resignificación actual de sus acciones en el presente. Curiosamente ni siquiera logran ser conectadas sus historias exitosamente en el propio sistema educativo. Como contrapartida, la inmediatez de la imagen y la noticia de nietos recuperados resultan eventos milagrosos semejantes a un triunfo mundialista.

Es cierto que, a propósito del lugar  que le ha asignado la política Kirchnerista en la última década desde el Estado, las modernas tecnologías de comunicación nacional e  integración continental, han ayudado para que el contenido de los derechos humanos en la Argentina y Latinoamérica crucen fronteras territoriales e ideológicas.

Es preciso señalar que en Plaza de Mayo, el retrato de movilizaciones de distintas extracciones políticas, ideológicas, partidarias y culturales mostró este 24 de Marzo narraciones  mediáticas  antagónicas de movilización y  puja real por el ámbito que es emblema de defensa pública de los derechos humanos en la Argentina. Este hecho de pluralidad democrática escenificada, nos  habla de que la democracia real está viva en los múltiples sentidos que adquirió el ritual, los discursos, los espacios y quienes lo protagonizaron.

También es cierto que existe una mirada alternativa a la mediática de antagonismos, la cual  cuestiona al Kirchnerismo  por intentar ser heredero natural de los valores de los derechos humanos como patrimonio de su construcción política y cultural. Además, una parte de los sectores históricos y hegemónicos que promocionan esta versión narrativa, fueron cultores de prácticas que facilitaron el terrorismo de Estado y que devinieron en grandes herencias ideológicas y materiales. Denunciar hoy la cooptación que ha hecho el aparato kirchnerista  y silenciar  como se participó en la historia del proceso militar resulta sesgado y cuando menos interesado.

Entre estas mínimas tres visiones, seguramente hay parte de verdades. Verdades que solo se  redimirán en la historia no silenciada de los derechos humanos como  valor universal de todos los argentinos y de la humanidad. Esto es así pues, cualquier postura de privatización, sectorización o apropiación de los valores culturales que contienen los derechos humanos más tarde o temprano, se escurrirá  capilarmente. Es que los derechos humanos como contenido de la cultura es necesariamente “…capilar, movible, horizontal y no sólo vertical, se descentra, admite variadas articulaciones, no logra ser apropiado o localizado continuamente. En parte ese carácter le viene de su indeterminación por un solo actor; pero en parte,  así mismo por su naturaleza comunicativa” (José Joaquín Bruner: 1985, 1992)  

Lo que no se puede olvidar en escenarios de puja por la apropiación del ritual

Que la muerte y desaparición de las personas y cualquier forma de reivindicación o tensión  por la apropiación simbólica del evento ritual y conmemorativo, constituye un hecho cultural de la historia del territorio nacional y regional, sujeto a múltiples interpretaciones de sentidos. Al ser un hecho cultural, y al ser esta -la cultura- un fenómeno compartido pero de difícil apropiación unilateral,  se escapara siempre de cualquier control,  a la vez que admitirá ser objeto de políticas culturales democráticas.

Que la versión de la “cooptación” de las madres Plaza de Mayo constituye un aspecto de los derechos humanos, pero no constituye el todo. Hay muchos movimientos sociales,  políticos y  personas que vivieron y sufrieron el terrorismo de Estado y que conmemoran lo que ocurrió desde el 24 de Marzo de 1976 en silencio sin que su verdad alcance todavía fuerza de reivindicación.

Que el fenómeno de las Madres de Plaza de Mayo constituye una real  y legítima reivindicación histórica, cualquier sea la forma de concebir la Política de Derechos Humanos.  La  historia de la humanidad, de los derechos humanos y de la democracia Argentina deberán evaluar, comprender y  no juzgar en un futuro inmediato si las madres fueron “cooptadas” por el Estado, o ellas  cooptaron definitivamente la política y el Estado.

Los nuevos gobiernos deberán responder ante la historia por esta conquista de las  madres, con independencia de las críticas que puedan involucrar el planteo al movimiento social y político del kirchnerismo.   Que hay cisnes cuellos negros,  donde todos los cisnes son blancos, es una verdad de Perogrullo.   Por ello, no podemos omitir el hecho que  amparados bajo la política oficial de Derechos humanos hubieron cisnes que se convirtieron en casos especiales en cisnes de cuello negro.  Las mieles de la corrupción, cualquiera sea el signo político que lo represente, incluye dudas sobre el caso de Hebe de Bonafini lo cual no debe deslegitimar, ni su lucha anterior, ni su militancia que las actuales  generaciones deberán aprender del pasado reciente.

Y  Santa Cruz…  los derechos humanos en el 24 de Marzo…?  

La Provincia de Santa Cruz fue escenario de noticia nacional el año 2014 con la aparición del nieto recuperado de Estela de Carlotto. El hijo de “Puño” Montoya vecino de Cañadón Seco. Desde entonces los derechos humanos comenzaron a popularizarse en distintos ámbitos estatales y políticos.  Comenzó a ser bien visto desde entonces esponsorear eventos de derechos humanos. Sin embargo, aquí en Zona Norte de Santa Cruz todos sabemos que con la excepción del  Comisionado de Fomento de Cañadón Seco pocos se acercaban a interesarse por esos retratos que Soloaga hizo colocar mucho antes de que se transformara su pueblo en símbolo de hombres desaparecidos de la dictadura.

Otro ejemplo raro lo constituye la  Universidad Nacional de la Patagonia Austral, antes UFPA y nos referimos particularmente a la Unidad Académica Caleta Olivia donde trabajamos. Este ámbito de la democracia a fines de los 90’ y los primeros diez años del siglo XXI  siempre fue un lugar donde los derechos humanos nunca formaron parte de la política oficial. Más aun, era el único lugar donde no se permitía  que hubiera militantes de partidos políticos para integrar centros de estudiantes y sus autoridades en sus discursos ponían como un logro que “a esta universidad solo se viene a estudiar”. Incluso hubo un docente, hoy extinto, que siendo  uno de los primeros que en estas latitudes lideró la reivindicación por los derechos humanos  se lo excluyó ideológicamente de sus cátedras.

En esta Unidad Académica,  no es que no se facilitaban las condiciones para que militantes de Izquierda realizaran sus actos, se las obstruía y eran  tildados de “comunistas”, de grupos “minúsculos”. Por ejemplo,  la Agrupación Estudiantil “10 de Septiembre” que el año 2000 trajo a las madres, abuelas e hijos de la línea fundadora de la las madres de Plaza de Mayo. Sí, fue esa misma agrupación estudiantil que en 1999  protagonizó la lucha por sacar -en plena democracia- el arancel estudiantil que mantenía y defendía el modelo de gestión universitaria de entonces.

Por ello, al ver el evento del 24 de Marzo conmemorado recientemente en la Universidad por la   militancia de la “Cámpora” es de trascendencia institucional y política. Allí saludablemente se ha gestionado y apoyado la entrada de la política partidaria a la universidad;   como años atrás lo intentó  la agrupación estudiantil “Facón Grande” allí  y la “10 de septiembre” en Caleta Olivia.

Evitar la apropiación y destrucción de los valores de los derechos humanos debe ser una actitud vigilada para todos los que hacemos política desde la universidad y especialmente para que la política no compre “caramelos envenenados”. El lector sabrá sacar sus propias conclusiones y  revistar la historia de la Universidad del pasado reciente.

Pero también, es este el momento y oportunidad de no quedarnos con el intento de apropiación del rito de los derechos humanos con exclusividad en el análisis de ámbito eminentemente conservador. Hay otros hechos para incorporar a la cultura de los derechos humanos en la Patagonia.  Desde la masacre de los nativos tehuelches, pasando por las  huelgas del 21’ y tantos otros hechos  recientes como el soldado de Caleta Olivia desaparecido en plena democracia. Seguramente habrán otros episodios que deberían de comenzar a constituir una agenda de investigación y docencia universitaria sistemática si somos humanistas y no oportunistas.

Quisiera  finalizar estas reflexiones sosteniendo que los derechos humanos como política universal o particular de una sociedad, no importa quien intente reivindicarlos o apropiárselos, eso sí, siempre y cuando su  uso político este  basado en el principio de ética con la memoria histórica; un uso no sesgado de análisis crítico,  de búsqueda de justicia, de libertad  y preservación del respeto  por la vida y no en el uso de los muertos, inclusive a los que hasta hace poco se despreciaba por ser peronistas.

Por Magister Mario Palma Godoy*

*  El Autor es exclusivo  responsable de las opiniones vertidas en este artículo y las mismas no son responsabilidad de la línea editorial del Portal Digital ni del ámbito  laboral donde se desempeña como docente universitario: la Universidad Nacional de la Patagonia Austral – Unidad Académica Caleta Olivia


 

Download PDF
Año - Edición -

No hay comentarios

Agregar comentario