Año 7 - Edición semanal - ISSN 2422-7226

La importancia del deporte en el desarrollo de las infancias

ISSN 2422-7226

Año 7 / Edición XLI / Santa Cruz / 04-10-2021 / ISSN 2422-7226 

Por Juana Sosa y el Equipo Editor del Observador Central

El deporte en general y los que se practican en equipo en particular, en nuestra provincia, tienen un lugar especial, sea futbol, voley, básquet, rugby, handball, etc. Son espacios de contención y desarrollo ¿Cuál es el rol de los padres y la mirada de quienes se ponen al frente?

Las infancias han cambiado, los hábitos y las relaciones entre pares se han tornado distintas en función de nuevas formas de relaciones “virtuales”; los juegos online ocupan gran parte de la jornada de las N,N y A (Niñas, Niños y Adolescentes) pero se destaca la cantidad de eventos deportivos que reúne nuestra provincia y alrededores con una concurrencia muy grande se familias que acompañan a sus hijos/as en cada evento. Es importante recordar que los padres son modelos de comportamiento para sus hijos. De hecho, la imitación es una de las formas de aprendizaje más utilizadas y se aprende a edades muy tempranas, por lo que sería positivo que los padres usaran esta herramienta para transmitir a sus hijos valores como el compañerismo, el juego limpio, el afán de superación, etc.

Para los padres de familia es recurrente escuchar palabras como “No es importante el resultado, importa que se diviertan” he inmediatamente en el momento del partido surge, casi por naturaleza, la presión por ganarlo, las broncas y frustraciones propias de la competencia y luego el ánimo, la superación frente a la derrota y una nueva semana de preparación para otro encuentro. Este tipo de contradicciones son más comunes de lo que pensamos, padres que quieren que sus hijos se destaquen por sobre el resto, padres que solo los llevan y se olvidan que son parte de la tarea en su formación deportiva también, padres que son obligados a permitirles compartir con pares pero si fuera por ellos los tendrían en una burbuja para que no los golpeen o toquen. En muchos manuales de formación para formadores deportivos se recuerda que una de las misiones de los padres es animar a sus hijos cuando la derrota se presenta porque, a veces por no querer hacerles daño, se atribuyen los “fracasos” a factores externos como por ejemplo, la suerte, las condiciones climatológicas, las decisiones arbitrales, etc. Todos estos aspectos están fuera del control del niño, y si esta explicación se da repetidamente, el niño relacionará malos resultados con factores externos a él, por tanto, interpretará que los resultados no dependen de su actuación y en consecuencia, se esforzará menos. 

Así cómo hay variedad de padres, hay variedad de infantes, aquellos que practican deportes para gastar energía, aquellos que se sienten cómodos siendo parte de un equipo, aquellos a quienes solo les importa divertirse dejando de lado la responsabilidad que conlleva ser parte de uno, niños/as que se comprometen y dejan de lado otros placeres para lograr un sueño, cómo lo hemos percibido a lo largo de varias entrevistas a deportistas que hoy son jóvenes que se destacan. Es conveniente que los padres enseñen a sus hijos a responsabilizarse de sus actuaciones, tanto positivas como negativas, de tal manera que el niño aprenda que con esfuerzo y trabajo está aumentando sus posibilidades de obtener un buen resultado. Por lo tanto, si el N, N o A no ha tenido una buena actuación se recomienda decirle: “no pasa nada, el próximo día irá mejor”.

Pero hay un nexo innegable entre padres e hijos, la presencia de los referentes, muchas veces padres de jugadores, apasionados por los deportes, personas que disfrutan trabajar y formarse para brindar un espacio que permita que los N, N y A tengan un lugar, sea este público o privado, para desarrollar la actividad que les gusta. Ellos son también un eslabón en la cadena de desarrollo para estas infancias que buscan, exploran y se forman cada día. Pero que lleva a las personas a dejar de lado sus placeres para dedicarse a los niños y jóvenes, el amor, el deseo de bienestar y, cumpliendo uno de los fines de la escuela, la formación de hábitos y valores que les permitan crecer y desarrollarse. Muchas de las recomendaciones presentadas pertenecen a Olga Montesinos Muñoz, Psicóloga especializada en deporte infantojuvenil (2015), “Cuando los deportistas se centran en la ejecución mejoran su motivación ya que establecen un objetivo controlable, es decir, la realización de un gesto técnico será mejor o peor en función del esfuerzo realizado. Cuanto más se entrene, mejor será la ejecución. E igualmente mejora el nivel de confianza en uno mismo. Si el deportista entrena mucho, tendrá más probabilidades de hacerlo bien en la competición”, agrega y concluye “Por tanto, si queremos que un deportista tenga un mejor nivel de autoconfianza tendremos que dirigir su atención a su ejecución.”

Cargar la mochila de N, N y A en busca de cumplir sueños de los adultos no es una opción, corresponde a los adultos responsables y formadores de equipos, brindar un espacio libre de presiones y dónde los errores se corrigen en busca de un bien mayor para la mejor actuación del equipo en su totalidad, a los padres es necesario recordar el rol de modelo de respeto que le compete y a los formadores recordarles nunca claudicar en su proceso de capacitación.

Llegó la primavera en nuestra Patagonia ¿Si con frio, viento, pandemia o lluvia ellos siguen jugando, quienes somos los adultos para impedírselos? No es acaso mejor acompañarlos y levantarlos cuando se caen, sin olvidar que muchas realidades se conocen a partir de esta interacción con otros escenarios de vida, cada momento se puede transformar un aprendizaje de vida.

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